Le nouveau-né (v.1648)
Musée des Beaux-Arts de RennesImagen vía Wikipedia
Pascal Quignard. Georges de la Tour. Editorial Pre-Textos; Páginas 108; Año 2010; ISBN-9788492913688.
Libro encontrado por casualidad trasteando en la librería gigante que tiene El Corte Inglés en Nuevos Ministerios. Un texto que me recuerda el Hopper de Mark Strand.
Aunque éste es más narrativo y está cargado de símbolos religiosos, La Tour es también un pintor del silencio, del tiempo detenido. Un pintor en este caso largo tiempo olvidado cuya peculiar mirada se destila y a la vez se explica en este extraordinario ensayo poético: «a través del silencio de la pintura las cosas comunes tratan de ser intensamente comunes» nos dice Quignard.
Es especialmente extremecedora la interpretación de este cuadro:
« Dans le Nouveau-né, la lumière de la chandelle est masquée derrière la main levée.
Elle hésite entre bénir ou protéger la flamme et se concentre sur l’énigme d’un minuscule homme ligoté de bandelettes, qui sera un jour un mort. Le bébé devient le foyer dont la clarté vient sculpter de sollicitude les deux visages des jeunes femmes qui sont penchées sur lui.
Chez La Tour, les dieux sont sans nimbes, les anges sont sans ailes, les fantômes sans ombre. On ne sait si c’est un enfant ou Jésus. Ou plutôt : tout enfant est Jésus. Toute femme qui se penche sur son nouveau-né est Marie qui veille un fils qui va mourir. »
[… En La Tour, los dioses no tienen nimbo, los ángeles no tienen alas, los fantasmas no tienen sombra. No se sabe si es sólo niño o Jesús. O dicho de otra forma: todo niño es Jesús. Toda mujer que se inclina sobre su recién nacido es María viendo a su hijo morir.]
En ocasiones el ensayo se transforma en poema, el poema en narración.
La muerte se condensa en un capítulo de sólo dos líneas:
«A principios de 1652, el 15 de enero, su mujer muere. El 22 muere su criado. El 30 muere él.»
Este curioso capítulo, encierra la maestría de la escritura de Stendhal. No se cierra ahí el libro, y descubrimos que fue precisamente el francés uno de los primeros en reivindicarlo.
El libro trata de la llama, de la muerte, de los niños, de las mujeres, de la música. El editor elige este extracto para presentar el texto: «El acontecimiento que llevó a Georges de La Tour a especializarse en noches parece haber coincidido con el incendio de Lunéville. En los alrededores de Lunéville, la guerra de los Treinta Años: la Lorena asolada por las tropas francesas, los castillos en llamas, las iglesias ultrajadas, los conventos saqueados, los cuadros quemados. El taller y las telas diurnas perecen entre las llamas. Este testimonio es de septiembre de 1638: ‘Entonces prendieron fuego a la villa y al castillo, durante una noche tan oscura que, con el resplandor y la luz del fuego, se podía leer en la pequeña cuesta que va de Lunéville a Einville’. De la noche hizo su reino.»
Libro esencialmente valioso, escrito en 1991, a la vez que Todas las mañanas del mundo, refleja la extraordinaria cultura musical de su autor, que relaciona sin dudar estas pinturas con las Lecciones de Tinieblas y las Lamentaciones de Jeremías.
Termina el texto de Quignard con las mismas velas y tinieblas que comienza.
«Esa «nada» es el corazón blanco de las llamas, al que no podemos acercar el rostro sin gritar de dolor. Es Dios.»
Quignard y Strand son como grandes islotes en este mar de tiempo líquido del que nos habla Zygmunt Bauman. Esta tarde llegué tardísimo a Madrid un poco zombi pasé por una librería de estas modernas en las que navegas en un mar de novelas insulsas. Uno se pregunta porqué se tiene que esperar 20 años a traducir un libro así que casi hay que econtrar como se encuentra una aguja en un pajar. A Bauman le otorgaron merecidamente el Príncipe de Asturias, a Strand, el Pulitzer, fue nombrado poeta laureado, a Quignard el Goncourt, el Premio de la Crítica. Somos ya tan aburridos que la lectura de tan «secretos autores» seguramente le convierte a quien lee estos textos en un subversivo críptico, como el Montag de 451.
Esta semana también se presentaron en Hotel Kafka los dos últimos libros que Demipage ha editado en su rescate de la obra del extraordinario poeta Félix Francisco Casanova, un joven prodigio canario muerto prematuramente.
¿Qué sellos editoriales hacen que podamos leer a estos autores? En este caso Pre-textos, Tusquets, Demipage. Hoy día hay unos escritores extraordinarios y unos editores magníficos, pero sus productos hay que rescatarlos de entre las montañas de «ladrillos» que contienen la misma creatividad que las estanterías de Ikea, donde probablemente acaben asentados.
El lunes habrá un nuevo ganador del II Premio Otras Voces, Otros Ámbitos. El año pasado uno de estos libros escondidos, Trabajos del Reino, de Yuri Herrera (Periférica), fue el libro que rescatamos entre Ámbito Cultural y Hotel Kafka, creo que sacó cuatro ediciones más, algo a lo que jamás habría llegado con las «reglas del mercado».
¿Y tú, qué libro rescatarías?
