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Música

Bach: la Cantata del Café

24 febrero, 2013 — by José Antonio Redondo Martín0

Bach trabajó entre 1732 y 1741 en el Café Zimmerman de Leipzig. Casi diez años dando conciertos públicos con el Collegum Musicum universitario (el que fundara Telemann).

Allí compuso e interpretó la famosa Cantata del café, BWV 211, que trata de forma irónica sobre el auge del vicio por la cafeína que entonces se extendía por Europa. Algunos como Steven Johnson dicen que esta sustancia contribuyó a despertar las mentes, entre otras las de matemáticos, físicos y otros científicos que cambiarían la historia para siempre. Literalmente el café era el «fuel» de la época de la Ilustración.

Sólo entraban hombres a esos antros -o mujeres vestidas de hombre como Emilie du Châtelet (en e Gradot)-. Sin duda en una Europa donde el agua era poco saludable y la alternativa había venido siendo el vino y la cerveza el café debió contribuir a despertar más de una idea e incluso alguna conciencia.

Aunque entonces como ahora no era oro todo lo que relucía, la cafemanía tenía sus pros y sus contras, que el libretista Picander supo plasmar con agudeza, aunque lo mejor, como siempre fueron las notas de aquel cantor alemán.

Oigamos pues al Bach más cafetero.

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Libros de la semana: Banville, Strand, J.A.Gallego, Tammet

24 septiembre, 2012 — by José Antonio Redondo Martín0

Aprovecha uno las vacaciones para volver a leer algo más de lo que suele hacerlo últimamente. Los vuelos transoceánicos dan para mucho, a la vuelta uno se tropieza con más libros. Se sigue leyendo mientras la vida va y viene como los aviones de Skyteam o como las pequeñas tortugas que echaron mis hijos al Pacífico allá por Vallarta.

De ida en el aeropuerto de Ámsterdam me topé con Thinking in Numbers, de Daniel Tammet, con el subtítulo de «How Maths Illuminates our Lives» y recomendado por el Canal 4 de la BBC  conectaba bien con mi lado científico-friki, una colección de ensayos varios que conecta en su mayoría pasajes literarios con algunas cuestiones clave de las matemáticas y algunas simples curiosidades. Entretenido e interesante, aunque hay diversidad de calidad y de tono entre la colección de textos, por mucho que vayan unido en el tema de los números. Escribe bien e incluso habla de  Omar Jayyam, pero le habría quedado mejor quitando varios ensayos que no dicen gran cosa y dándole algo más de peso a la vida, que no sólo está ahí para que nos la iluminen los números. No sé si lo recomendaría en general, sólo para amantes de las curiosidades.

En la biblioteca de la familia política me topo con una cosa bastante mejor, muy buena, el Kepler, de John Banville, una edición de bolsillo de Edhasa cuyas páginas ya amarillean. Premiado por The Guardian a principios de los ochenta, se trata de una novela basada en la trayectoria vital de Johannes Kepler. El libro forma parte de la llamada tetralogía científica (Doctor CopérnicoKeplerLa carta de Newton y Mefisto), con la que este periodista y escritor alcanzaría una gran fama literaria que en los países de habla española no deja por el momento de ser discreta (si un día le cae el Nobel, como muchos están reclamando eso podría cambiar). El irlandés compone una obra ejemplar de ficción histórica, donde los conflictos religiosos de finales del XVI y los primeros pasos del método científico por parte de personajes como Galileo, Tycho Brahe y el propio Kepler asoman en un momento histórico que aúna los aspectos más oscuros de la vieja Europa con sus más grandes logros.

Cabe recordar la carambola histórica que reune a Tycho y Kepler en la Bohemia de principios del XVII. Kepler fue profesor de astronomía y matemáticas en la Universidad de Graz desde 1594 hasta 1600, cuando se convirtió en ayudante del astrónomo danés Tycho Brahe en su observatorio de Praga. Kepler llegó a Praga huyendo de la persecución religiosa de que era objeto en Graz. En Praga se reunió con Tycho, quien, muerto su protector y enemistado con la mayoría de los personajes más influyentes de Dinamarca, se vio obligado a dejar su país en 1597, trasladándose a Bohemia en 1599. Kepler se convirtió en uno de sus principales ayudantes. A la muerte de Brahe en 1601, Kepler asumió su cargo como matemático imperial y astrónomo de la corte del emperador Rodolfo II y, sobre todo, haciéndose cargo de todas sus valiosas observaciones. En esas observaciones había detalladas y cuidadosas tablas de la posición exacta de un planeta que ha sido la clave para entender nuestro Sistema Solar y probablemente lo sea aún para entender muchas cosas aún sin descubrir: Marte.

Kepler descubrió con sorpresa que las órbitas de Marte y de la Tierra no eran circulares como parecía deducirse del modelo copernicano. Dedujo al fin que las órbitas eran elípticas, con el Sol en uno de los focos de esas elipses, que Marte barría áreas iguales en periodos iguales y que para cualquier planeta, el cuadrado de su período orbital es directamente proporcional al cubo de la longitud del semieje mayor de su órbita elíptica. En definitiva obtuvo una solución matemática elegante y simple de la mecánica planetaria.

Kepler me llamó la atención en aquella época que echaron Cosmos, de Sagan por la tele. Si las referencias no mienten eso fue a finales de 1980. El capítulo en el que trata del científico Alemán y de Tycho Brahe es el tercero, titulado «La armonía de los mundos». No sé si Banville la vería mientras trabajaba en esta magnífica novela, en todo caso su proyecto de tetralogía pareció cruzarse en el tiempo con el de Sagan.

El capítulo completo se puede ver aquí (es la versión extendida que se puede encontrar recientemente en DVD):

De alguna forma acabé aprendiendo esas leyes sencillas, de modo que allá por 1985, con apenas diecisiete años y las nociones más bien sencillas de física que había aprendido en el COU me dio por demostrarlas, por ahí hay una página a lápiz donde saco la segunda partiendo del principio de que la energía se conserva y la tercera a partir de la ley de gravitación de Newton. En su momento me pareció una machada y además es fascinante poder calcular la masa de algo tan gordo como los planetas a partir de ello. Lógicamente casi todo lo que se me podía ocurrir entonces ya lo había calculado Newton en sus Principia.

En fin, no es lo más interesante del libro de Banville la vida de Kepler, que lo es y mucho, sino lo bien que arma los personajes, los conflictos, las relaciones entre ellos y con su momento histórico. La obsesiva obsesión por Marte y por la armonía del sistema solar -que hoy sabemos que es un sistema caótico- le emparenta enormemente con Ray Bradbury, quien creía que en nuestro dominio cientifico-técnico del planeta vecino está la posibilidad de vivir para siempre. Creo que le habría gustado esta imagen de la Curiosity:

Ya en Madrid me topo con Comunidades Virtuales y Redes Sociales, regalo de su autor, José Antonio Gallego, ex Presidente de AERCO-PSM y persona de enorme experiencia en esa extraña y novedosa disciplina de la gestión de comunidades online y la comunicación a través de medios sociales. Es un libro breve escrito desde una perspectiva muy personal y muy pegado a las experiencias concretas que ha vivido y de las que ha sido testigo. Un libro ágil y bien escrito que me leí en su integridad en la pantalla del teléfono móvil, al mas puro estilo japonés. Una novedad recomendable que se presenta dentro de unos días en el IE y que ha sido el último libro que he tenido el gusto de reseñar para Espacio de Libros.

Posiblemente veáis muchos otros libros sobre redes, pero en ninguno como este veréis aunar World of Warcraft, eBay, Menéame y al BBVA. De José Antonio, que participó en la primera presentación de mi libro Socialnets con Ignacio Escolar y Manuel Fernández Cuesta, ya conocía su sentido del humor, su más que larga experiencia en estas lides y su capacidad de comunicación. Ahora me revela simultáneamente su lado más friki y sus aptitudes para escribir libros orientados al mundo profesional.

Desde luego un libro muy distinto a los dos anteriores, sin desperdicio y que se lee volando. Un libro que recomendaría no sólo a la gente que se dedica al marketing y a la comunicación, sino a cualquier directivo y propietario de pequeños negocios que quiera aproximarse a una nueva forma de entender las relaciones de su empresa y de la oportunidad que surge para las marcas de relacionarse con las comunidades virtuales.

 

Por último, me asomo a La Central de Madrid, la nueva librería que han abierto junto a Callao. Es una librería bastante animada, en un edificio de fachada estrecha interiormente lleno de escaleras y paredes a las que han sacado partido para hacer «facing» de los volúmenes con un peculiar «horror vacui». Un pequeño bar en la planta baja y una sala mediana para hacer eventos completan su oferta. Un lugar muy «hipster» o gafapasta, como lo queráis llamar. Vuelta rápida para volver a casa, elijo como compañía a Mark Strand, poeta, el libro: Casi invisible, el típico libro negro y breve de la editorial Visor. Una edición bilingüe.

Se trata de poemas en prosa, que no llegan a media página. Posee esa escritura contenida, visual, compuesta casi de estampas en que se aúnan y se separan la contemplación y la vida, lo oscuro y lo luminoso.

Por su brevedad cabe trasladar aquí uno de esos pequeños textos.

El enigma de lo infinitesimal

Los has visto al anochecer, caminando por la orilla, los has visto de pie en los portales, asomados a las ventanas o a horcajadas sobre el borde lentamente movedizo de una sombra. Amantes de lo intermedio, no están ni aquí ni allí, ni adentro ni afuera. Pobres almas, las mueve el afán de experimentar lo imposible. Incluso de noche yacen en la cama con un ojo cerrado y otro abierto, esperando atrapar el último segundo de la vigilia y el primero del sueño, habitar esa tierra de nadie, ese hermoso lugar, contemplar, como sólo un dios pudiera, la luminosa conjunción de la nada y el todo.  (Trad. Julio Trujillo)
Como hay que cerrar el post nada mejor que este comienzo del Harmonielere de John Adams, que hace unos días nos recordaba David Torres a través de Facebook. No sé qué le parecería esta armonía a Kepler, pero creo que haría buena pareja con una película sobre Marte.

ArteLibrosMúsicaPoesía

Georges de la Tour

18 diciembre, 2010 — by José Antonio Redondo Martín0

Newlyborn infant (The Nativity?)

Le nouveau-né (v.1648)
Musée des Beaux-Arts de Rennes

Imagen vía Wikipedia

Pascal Quignard. Georges de la Tour. Editorial Pre-Textos; Páginas 108; Año 2010; ISBN-9788492913688.

Libro encontrado por casualidad trasteando en la librería gigante que tiene El Corte Inglés en Nuevos Ministerios. Un texto que me recuerda el Hopper de Mark Strand.

Aunque éste es más narrativo y está cargado de símbolos religiosos, La Tour es también un pintor del silencio, del tiempo detenido. Un pintor en este caso largo tiempo olvidado cuya peculiar mirada se destila y a la vez se explica en este extraordinario ensayo poético: «a través del silencio de la pintura las cosas comunes tratan de ser intensamente comunes» nos dice Quignard.

Es especialmente extremecedora la interpretación de este cuadro:

« Dans le Nouveau-né, la lumière de la chandelle est masquée derrière la main levée.

Elle hésite entre bénir ou protéger la flamme et se concentre sur l’énigme d’un minuscule homme ligoté de bandelettes, qui sera un jour un mort. Le bébé devient le foyer dont la clarté vient sculpter de sollicitude les deux visages des jeunes femmes qui sont penchées sur lui.

Chez La Tour, les dieux sont sans nimbes, les anges sont sans ailes, les fantômes sans ombre. On ne sait si c’est un enfant ou Jésus. Ou plutôt : tout enfant est Jésus. Toute femme qui se penche sur son nouveau-né est Marie qui veille un fils qui va mourir. »

[… En La Tour, los dioses no tienen nimbo, los ángeles no tienen alas, los fantasmas no tienen sombra. No se sabe si es sólo niño o Jesús. O dicho de otra forma: todo niño es Jesús. Toda mujer que se inclina sobre su recién nacido es María viendo a su hijo morir.]

En ocasiones el ensayo se transforma en poema, el poema en narración.

La muerte se condensa en un capítulo de sólo dos líneas:

«A principios de 1652, el 15 de enero, su mujer muere. El 22 muere su criado. El 30 muere él.»

Este curioso capítulo, encierra la maestría de la escritura de Stendhal. No se cierra ahí el libro, y descubrimos que fue precisamente el francés uno de los primeros en reivindicarlo.

El libro trata de la llama, de la muerte, de los niños, de las mujeres, de la música. El editor elige este extracto para presentar el texto: «El acontecimiento que llevó a Georges de La Tour a especializarse en noches parece haber coincidido con el incendio de Lunéville. En los alrededores de Lunéville, la guerra de los Treinta Años: la Lorena asolada por las tropas francesas, los castillos en llamas, las iglesias ultrajadas, los conventos saqueados, los cuadros quemados. El taller y las telas diurnas perecen entre las llamas. Este testimonio es de septiembre de 1638: ‘Entonces prendieron fuego a la villa y al castillo, durante una noche tan oscura que, con el resplandor y la luz del fuego, se podía leer en la pequeña cuesta que va de Lunéville a Einville’. De la noche hizo su reino.»

Libro esencialmente valioso, escrito en 1991, a la vez que Todas las mañanas del mundo, refleja la extraordinaria cultura musical de su autor, que relaciona sin dudar estas pinturas con las Lecciones de Tinieblas y las Lamentaciones de Jeremías.

Termina el texto de Quignard con las mismas velas y tinieblas que comienza.
«Esa «nada» es el corazón blanco de las llamas, al que no podemos acercar el rostro sin gritar de dolor. Es Dios.»

Quignard y Strand son como grandes islotes en este mar de tiempo líquido del que nos habla Zygmunt Bauman. Esta tarde llegué tardísimo a Madrid un poco zombi pasé por una librería de estas modernas en las que navegas en un mar de novelas insulsas. Uno se pregunta porqué se tiene que esperar 20 años a traducir un libro así que casi hay que econtrar como se encuentra una aguja en un pajar. A Bauman le otorgaron merecidamente el Príncipe de Asturias, a Strand, el Pulitzer, fue nombrado poeta laureado, a Quignard el Goncourt, el Premio de la Crítica. Somos ya tan aburridos que la lectura de tan «secretos autores» seguramente le convierte a quien lee estos textos en un subversivo críptico, como el Montag de 451.

Esta semana también se presentaron en Hotel Kafka los dos últimos libros que Demipage ha editado en su rescate de la obra del extraordinario poeta Félix Francisco Casanova, un joven prodigio canario muerto prematuramente.

¿Qué sellos editoriales hacen que podamos leer a estos autores? En este caso Pre-textos, Tusquets, Demipage. Hoy día hay unos escritores extraordinarios y unos editores magníficos, pero sus productos hay que rescatarlos de entre las montañas de «ladrillos» que contienen la misma creatividad que las estanterías de Ikea, donde probablemente acaben asentados.

El lunes habrá un nuevo ganador del II Premio Otras Voces, Otros Ámbitos. El año pasado uno de estos libros escondidos, Trabajos del Reino, de Yuri Herrera (Periférica), fue el libro que rescatamos entre Ámbito Cultural y Hotel Kafka, creo que sacó cuatro ediciones más, algo a lo que jamás habría llegado con las «reglas del mercado».

¿Y tú, qué libro rescatarías?

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LibrosMúsica

Camarón: el señor del tiempo

26 noviembre, 2010 — by José Antonio Redondo Martín0

El sueño va sobre el tiempo Flotando como un velero Nadie puede abrir semillas En el corazón del sueño

Hoy voy a hablar de uno de los discos que más me han gustado. Vuelve a la memoria a raíz de que me llama el otro día Edu Vilas para ir a cenar uno de estos días con Montero Glez, el autor de Pistola y Cuchillo, una novela sobre el cantaor Camarón de la Isla.

En 1979 este cantante alumbra un milagro en forma de álbum, acompañado de varios músicos excepcionales: Tomatito, Raimundo Amador, Jorge Pardo, el percusionista bahiano Rubem Dantas, el cubano Tito Duarte y la banda de rock progresivo Alameda. El duende flamenco se desbordaba de aquel vinilo negro, también se desbordaba desde aquellas formas innovadoras de interpretarlo más ligadas a los recursos de la música popular de la época, del Jazz Fussion y de otras muchas influencias a las que quiso abrirse.

Abría el álbum el tema que da nombre al disco: La leyenda del tiempo. Una apertura genial, luminosa y anunciadora de la poesía, el ritmo y el especial color tímbrico del disco y de esa voz generosa y un poco rota, capaz de llenarlo todo pero que a la vez hacía sentir la sensación de asistir a una exposición única, verdadera e íntima del artista.

Era a García Lorca al que versionaba gracias a Ricardo Pachón, productor y alma mater del disco. Hoy la letra de la canción creo que es más conocida que el poema que le da origen:

El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero. Nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta! El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos. Ayer y mañana comen oscuras flores de duelo. ¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta! Sobre la misma columna, abrazados sueño y tiempo, cruza el gemido del niño, la lengua rota del viejo. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta! Y si el sueño finge muros en la llanura del tiempo, el tiempo le hace creer que nace en aquel momento. ¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

De los diez temas del álbum, cinco cuentan con letras provenientes de poemas de Federico, además incluye otro importante poeta, Omar Khayyam, en su Viejo Mundo: «El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio. La vana ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras. El fruto de tu continua meditación: nada.» La idea original de utilizar fragmentos de Federico fue de Kiko Veneno, conocido por versionar el poema de Omar en este álbum, pero sobre todo por la canción más popular en todos los sentidos de éste álbum: Volando Voy, una rumba.

Este tema fue extremadamente conocido, no tanto el disco en sí, que tuvo unas ventas muy discretas, y que había supuesto un giro descomunal, entonces poco entendido, en la carrera de Camarón, hasta entonces un reputadísimo cantaor del flamenco «ortodoxo». Ha sido con los años, con el tiempo, que da título al álbum y que es la sustancia poética de la música, que se ha logrado intuir la importancia y trascendencia de lo que se hizo. El tándem que constituyó con Tomatito a partir de entonces fue uno de los más fructíferos y admirados. Camarón alcanzaba la cumbre de reconocimiento a finales de los 80, en 1987 se produce su mítica actuación en París. En 1989 graba Soy gitano, el disco más vendido de la historia del flamenco, fue su penúltimo disco; en 1992 cuando grababa Potro de rabia y miel le diagnosticaban un cáncer de pulmón, que segaba la vida y la voz del cantaor cuando éste tenía sólo 41 años. En la portada de la Leyenda le veíamos de perfil con un cigarro, una costumbre que pagó demasiado cara. Este disco tan poco frecuentado por el público se había convertido ya entonces en uno de los discos más influyentes de las últimas décadas y la vida y obra del Camarón en un asunto de gran interés para otros artistas. En 2005 Jaime Chávarri dirigía la película Camarón que encarnaba Oscar Jaenada. De este año data la edición remasterizada de la Leyenda. El pasado año se celebraba el 30 aniversario de la grabación de este disco, lo que dio origen a diversos homenajes. Y a algunos reportajes como éste: Desde la distancia del tiempo Camarón y este disco me recuerdan un párrafo curioso de una reseña que escribió Villoro a cuento de un libro de WB Yeats:

«Múltiple y esquivo, Yeats convierte lo inefable en un prodigio compartido. En uno de sus más célebres poemas, “El zancudo”, compara a Miguel Ángel con un mosquito que posa sus largas patas en la superficie del agua. El pintor frota los muros de la Sixtina mientras “su mente se mueve en el silencio” como un insecto en el agua, toca la corriente, el tiempo que fluye por debajo, sin someterse a ella. Resiste, con frágil fortaleza. La imagen describe el tenue prodigio que William Butler Yeats encontró en las sagas celtas, un viento atravesado de magias y sensatas razones, un modo de transformar el misterio en maestría. Los duendes, en efecto, son lógicos.»

Dicho esto y pensando que había que recuperar de nuevo la memoria de Camarón, nuestra particular magdalena proustiana para algunos que vivimos la música «ochentera» y que gustamos del flamenco y el Jazz os dejo la invitación para lo del Montero, con el que comparto algunos varios intereses musicales, como Chet Baker:

Invitación a la presentación de Pistola y Cuchillo en Hotel Kafka

CineMúsica

Eslabones de una cadena: Tractatus, música y cine

21 abril, 2010 — by José Antonio Redondo Martín0

«En el estado de cosas los objetos dependen los unos de los otros como los eslabones de una cadena.» Ludwig Wittgenstein, Tractatus 2.03

2.031 El Clave Bien Temperado | Preludio y Fuga nº2 BWV 847 | Glenn Gould

Estupenda y baratísima edición de The Well Tempered Clavier Book 1. BWV 846-853 grabada para Columbia (ahora Sony). Con pasajes brillantísimos de Gould. En este caso «el modo y manera en que se comportan los objetos unos con otros» se percibe al escuchar en un teclado donde se recorren todos los doce tonos mediante combinaciones de preludios y fugas. Esto es posible gracias a la afinación temperada que abrió las posibilidades de composición de los siguientes siglos al facilitar enormemente la modulación. En términos pictóricos hace una composición de doce dípticos en que combina todos los colores y diversos patrones rítmicos y compositivos. La discusión de si esta obra es un ejercicio académico o una obra de pleno sentido musical sería un sinsentido, más bien parece un modo como cualquier otro de explorar el laberinto creativo. Es algo similar a algunos textos de Raymond Queneau, que resultan sobresalientes. El propósito didáctico estaba contenido en el alcance de la obra, pero también encierra algunos detalles para los conocedores de la Música; esto decía Bach en la portada de la partitura:

«El [instrumento de] teclado bien temperado, o preludios y fugas en todos los tonos y semitonos, ambos con la tercera mayor o ut, re, mi y con la tercera menor o re, mi fa, están compuestos para la práctica y el provecho de los jóvenes músicos deseosos de aprender y para el entretenimiento de aquellos que ya conocen este arte».

2.032 Blues for Pablo | Miles Ahead | Miles Davis

Esta proposición del Tractatus nos dice que la estructura del estado de las cosas «es el modo y manera como los objetos se relacionan en él». He tomado el disco Miles Ahead para ilustrarlo, pero lo mismo se podría haber tomado cualquier cuadro de Edward Hopper.

2.033 La invasión de los ladrones de cuerpos | Don Siegel

Estupenda película de terror extraterrestre en que los invasores se desarrollan en capullos y asesinan y sustituyen a las personas. Básicamente es lo que hacen los perfiles de facebook con nosotros, excepto que de momento no nos andan asesinando. «La forma es la posibilidad de la estructura», tal y como decía el austriaco. Curiosamente estos seres se llaman ‘pods’, casi como las criaturas de Steve Jobs. ¿La tecnología imita al arte?

2.034 Lacombe Lucien | Dir. Louis Malle | Guión: Patrick Modiano

Aunque esta proposición, que dice que la estructura del hecho viene condicionada por las estructuras de los estados de cosas parece formulada por un físico cuántico, quizá también sea aplicable a los hechos históricos que tienen componentes irracionales o arbitrarias, esa combinación de azar y restricciones que según Monod acabó guiando la evolución de casi todos los seres vivos también forma del algún modo nuestras posibilidades electivas ante un conflicto moral.